Tic, tac; tic, tac… Las agujas del reloj van pasando estos días más rápido que de costumbre, recordándome que termina una etapa -una larga y productiva etapa-.

El viernes, apenas dos días, concluirán la fase de profundización en un ámbito que me ha enseñado mucho y me ha permitido conocer a varias decenas de niños y jóvenes cuyo compás en la vida vino determinado por su día de debut como diabéticos. Gracias a cada una de las familias que me cedieron un ratito de su tiempo para hacer posible una tesis que este viernes verá la luz.

Ahora bien, es necesario vislumbrar una nueva etapa tras el cierre de una anterior y, en mi caso, la vengo contemplando desde hace ya tiempo ¡y qué bonita que es! Va por vosotras, Estefanía y María… como bien me enseñasteis: los sueños son de quien los persigue. Por ello y por todo lo que está por venir, me subo a la avioneta del aviador francés en busca de la esencia del sombrero.

Despegando en 3, 2, 1… ¡Y a volar! ¡Sígueme!